En estos días somos testigos de una inusual y desgraciada cantidad de accidentes en donde aviones han sido involucrados. Si bien el número de personas que se vieron envueltas en estos accidentes es impactante, también tengamos en cuenta que intervienen muchos sentimientos cercanos a todos los que nos sentimos afectados por estos infortunados episodios.
Hace 4 meses nos despertamos con la desaparición, casi misteriosa, de un avión comercial en pleno vuelo y todos estuvimos pegados a las pantallas, los portales de internet y toda fuente que nos permita saber lo ocurrido. Lejos estamos de aquella zona y de saber, no sólo el paradero del avión y sus pasajeros, sino que tampoco podemos interpretar cuáles serían los componentes políticos que intervienen, intrigas de espionaje, etc que, sumado al hecho de que el avión aún no ha sido encontrado, nos alejamos aún más de poder dar una explicación coherente y aclaratoria.
Luego, en un contexto bélico, otro avión es derribado. Más adelante, un turbohélice perteneciente a una desconocida línea aérea taiwandesa, en una condición de mal tiempo termina accidentado y ahora está en los titulares del mundo la desaparición de otro avión perteneciente a otra línea aérea prácticamente desconocida.
Para los que seguimos de cerca la actividad y para aquellos quienes tienen dudas al subirse a un avión, quisiera reforzar algunos conceptos.
El mundo está inseguro, en general, por culpa del factor humano, la incapacidad de poder resolver diferencias sin un arma en la mano nos lleva a ser cada vez más críticos respecto de las capacidades humanas. El desprecio por la vida en pos de dirimir un conflicto parece ser a esta altura una de las mayores deficiencias de nuestra raza.
Entre las deficiencias del hombre se encuentra el error humano en las actividades cotidianas, que pueden derivar en accidentes de todo tipo. Accidentes que pueden terminar con una muerte ante la sola equivocación de cavar un túnel en la arena con fines lúdicos y perecer asfixiado en plenas vacaciones. Si el personaje del pozo hubiera tenido más cuidado o hubiera previsto la potencialidad peligrosa de su obra, no hubiera terminado su vida a tan temprana edad. El error existe y una de las actividades donde se trabaja con mayor ahínco (y éxito) para disminuir el error es la actividad aeronáutica.
Es verdad que no hay mucho espacio para el error, pero éste existe y, precisamente al ser tan trabajado por todos los involucrados en una actividad aérea, es donde más vallas de contención existen y es una de las profesiones donde más éxito se obtiene.
Qué quiero decir con esto? Que aunque el piloto del avión taiwandés haya cometido un error que devino en accidente (a costa de su propia vida), que otro haya volado en una ruta peligrosa infestada de misiles, que una empresa ignota se haya accidentado en el desierto africano, y aún sumando la inexplicable (hasta ahora) desaparición del MH370 en Malasia,en tan poco tiempo, no cambia el hecho de que esta industria de transporte sigue siendo el medio más seguro para transportarse, que cada accidente o incidente que se produce genera más procedimientos y protocolos de seguridad en las empresas y en los fabricantes, que orientan sus esfuerzos para que estos hechos no vuelvan a suceder, produce más entrenamiento y más conciencia de la seguridad operacional.
Los aviones han mejorado tanto que pareciera ser la condición humana y sus errores los que han quedado en evidencia una vez más. Parecería ser que el hombre no termina de aprender, y que también se rehace desde sus propias cenizas al tomar experiencia de los errores ajenos para subir un escalón más en la búsqueda de la tan inalcanzable perfección.
Son tiempos difíciles de digerir, pero el desafío de la humanidad se orienta a la búsqueda y a la curiosidad para poder superarse y llegar más lejos, más rápido y por supuesto, más seguros.
Con el convencimiento de siempre y la seguridad de que estamos mas seguros que en casa, les deseo a todos muy buenos vientos y vuelos.