“Los días nublados tienen su encanto en el cielo”
Cuando está presente el miedo, el deseo es que nuestro avión se encuentre con un un cielo azul, limpio, sin nubes. En cambio, un cielo gris puede parecer muy negro en la mente de algún pasajero. Me atrevo a decir que en ese mismo avión, muchos habrán tenido pensamientos oscuros: “¿Cómo va a aterrizar el piloto si no ve la pista?”.
…Y no pasa nada. ¿Han podido ver qué sereno ha sido ese aterrizaje? Es un vuelo de Aerolíneas Argentinas, Tucumán-Buenos Aires.
1. Al avión no le importa si está nublado o no.
Tampoco si llueve o graniza. O si hay turbulencia o no. El avión está pensado, fabricado y mantenido para soportar granizo, lluvia y ciertas condiciones de visibilidad que están debidamente respetadas. Los pilotos están entrenados en vuelos sin visibilidad, asistidos por instrumentos para la aproximación y el aterrizaje.
Hay límites para las operaciones de aterrizaje con niebla; estos son conocidos por los despachantes, los pilotos, las aerolíneas y todos los que intervienen en un vuelo. Hay más de 100 personas que trabajan detrás de un vuelo para que sea seguro. La aviación aerocomercial no asume riesgos y eso es lo que la hace tan segura.
2. ¿Por qué siempre queremos que las cosas sean distintas?
Nuestra necesidad de control nos hace pelearnos con las cosas tal como se nos presentan. En esa lucha siempre salimos perdiendo porque, claro, las cosas son como son.
Si está nublado o llueve y hay que volar, hay que aceptar que esas son las condiciones, y tener una actitud algo más sabia frente a lo que no podemos cambiar. El clima es una de esas cosas que debemos aceptar, como tantas otras en la vida. La buena noticia es que se puede aprender a aceptar que las cosas son tal como se presentan. ¿Cómo? Con paciencia, disciplina y curiosidad hacia cómo funciona nuestra mente.
En este caso, la sabiduría es apreciar el encanto de ese cielo nublado.