Victor Frankl tiene una metáfora muy bella respecto al ser humano:
“El ser humano puede compararse a un avión. El avión puede sólo carretear, moverse en la superficie terrestre de un lado al otro sin despegar, si es que su piloto no lo decide intencionalmente. Pero el moverse de esa forma, como lo hacen los autos, por ejemplo, no lo hace específicamente avión. Solamente se define como tal cuando logra alcanzar altura, elevarse sobre la tierra y desafiar el cielo. Ése sí es el verdadero avión.
Como seres humanos, tenemos la posibilidad de vivir toda nuestra vida carreteando, esto es, sin desarrollar nuestras verdaderas capacidades de amar, sentir, pensar, etc. O también podemos realmente volar, profundizar nuestra sensibilidad y conciencia de interconexión desarrollando nuestra mente y abriendo nuestro corazón”.
Y agrego… si es que uno mismo lo decide intencionalmente, como lo hace el piloto. Sólo se pueden generar cambios cuando intencionalmente y desde lo más profundo del corazón se reconoce que hay algo que cambiar. Poder viajar en avión no es imprescindible, es cierto, sólo se convierte en necesario cuando por alguna razón, laboral, enfermedad propia o de algún familiar o por presión de la pareja o hijos que proponen viajes. El que no puede abordar un avión toma conciencia de esa limitación importante y la frustración que esto conlleva.
Si ya hiciste el curso: no dejes de “volar”. Organizá viajecitos cortos para no olvidarte las sensaciones físicas y para poder observar los pensamientos y seguir trabajando con ellos.
Si aún no hiciste el curso: para poder “volar” en la vida, el mejor piloto es uno mismo y tal como lo hace el piloto de avión, uno debe decidir despegar.
El equipo de Alas y Raíces está disponible para cuando te decidas.