Dolor de oídos

Es frecuente recibir consultas sobre este tema, y la duda que genera este dolor es simple: viajar o no.

Si hay algo acertado en estos casos, es descartar algún problema orgánico y consultar con un especialista, es decir, un otorrinolaringólogo. Si ya lo hicieron y descartaron cualquier trastorno que justifique el dolor, algunos de mis comentarios pueden servirles. Sobre todo porque yo también lo sufro, por haber padecido otitis a repetición en la infancia.

En los aviones de última generación, el dolor de oídos se ha reducido muchísimo. Actualmente los aviones comienzan a presurizar la cabina antes de despegar y es por eso que los malestares sufridos cuando se iniciaba este proceso en el aire se han minimizado (ojo, no eliminados). Para las personas sensibles hay un mayor registro.

No es dolor, sí molestia. Para estas molestias, muchos otorrinos indican unas gotas que tienen algo de anestésico para volar (recetadas, nunca autoadministradas). Pero también hay una solución casera: un secreto transmitido por un otorrino que hizo el curso, y que fue probado conmigo, con mis hijos y con otras personas que consultaron. Se trata de colocar una gotita de agua helada para que el tímpano se acomode. Simplemente se pide un hielo a la auxiliar, y sólo una gota descomprime el oído.

También se puede recurrir a tapones, como los que se usan en natación.

Muchas veces los dolores se acrecientan por el desconocimiento. Si alguien es muy sensible y además le tiene aprensión al avión y le duelen los oídos (o la panza o cualquier otra parte del cuerpo), justamente eso hace que esa zona se tense más y al no relajarse, el dolor se hace más agudo. Lo importante es que hay soluciones.

Corolario:
– Los oídos no se dañan en los aviones
– No se pierde la audición
– El dolor se puede minimizar muchísimo
– Se puede aprender a diferenciar entre dolor (insoportable) y molestia o desagrado.

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