Desde hace un tiempo, nuestros cielos se ven contaminados por una nube volcánica que tiene como incómoda consecuencia demorar, cancelar y desviar vuelos comerciales y privados. Pone a prueba nuestra paciencia como usuarios y como trabajadores del aire (en mi caso). Pero, cabe preguntarse si es verdad que es tan determinante el daño que causa.
La realidad es que este fenómeno, muy poco común y bastante poco usual, produce potenciales daños en los aviones que, podría decirse, son más del orden económico que de orden catastrófico.
Vamos por partes.
Las cenizas son los restos de la combustión de la roca fundida en el interior de los volcanes que se encuentran en erupción. Probablemente el lector alguna vez haya tenido en su mano un pedazo de roca volcánica. No es otra que aquella comprada en una farmacia para exfoliar la piel y las durezas de la misma en los pies. Es un elemento natural altamente abrasivo con mucho contenido de azufre en su composición. Las cenizas resultantes de esta combustión tienen diferentes tamaños. Aquellas con forma de grano se depositan en el suelo. Las de mayor tamaño se depositan en las cercanías del volcán que las emite. Los microgránulos más livianos se mantienen en suspensión y son arrastrados en forma de nube por las corrientes de viento de altura y navegan por el espacio aéreo a merced de la dirección e intensidad de los mismos. Ambos tamaños tienen el mismo poder abrasivo y, de la misma forma que con la piel, pule, lima y deforma metales y rocas e inclusive puede esmerilar cristales.
Tienen también las características de actuar como partículas higroscópicas. Es decir, que absorben humedad. Esta característica hace que sobre ellas se formen grupos de humedad visible que no son otra cosa que nubes comunes que “ocultan” la presencia de cenizas dentro de las mismas, esto último hace más difícil el seguimiento o detección de cenizas en altura.
¿Cuales son los peligros para el vuelo?
Cuando un avión impulsado por reactores, que son los que más afectados podrían estar, se introduce en una nube volcánica, se expone al esmerilado de los vidrios, al limado de ciertos metales que componen los compresores de aire de los motores y comienzan a hacerlos cada vez menos eficientes hasta que los mismos lleguen a tornarse ineficientes para mantener al motor funcionando.
Han existido casos de grandes aviones como un Boeing 747 con 400 pasajeros a bordo que la acción de las cenizas provocó la detención de los cuatro motores por la causa descripta. El avión entró en un planeo controlado y estuvieron volando 15 minutos en descenso y, cuando el aire se hizo más denso por la presencia de mayor cantidad de oxígeno por unidad de volumen (menor altitud) la tripulación pudo ir recuperando el funcionamiento de algunos motores y lograron aterrizar con dos de ellos funcionando. Este incidente fue la primera experiencia conocida y reportada que disparó la alarma a la industria y a la comunidad aeronáutica que enseguida emitió las medidas a tomar cuando hay presencia de cenizas.
Las medidas
Los procedimientos que disponemos los pilotos tienen como primera medida realizar un giro de 180º apenas se detecta el ingreso a una nube volcánica. Activar los sistemas de antihielo que disponen los motores y salir lo más rápido posible de la misma.
El caso líder que comenté estuvo volando un tiempo prolongado dentro de la nube que motivó la falla de los motores por desgaste. Con el procedimiento de escape hacia atrás evitamos la falla de los motores pero en algunos casos, produce daños internos que hacen que el o los motores afectados queden inutilizados para seguir operándolos en el futuro a pesar de que no se detengan.
Conclusión:
Es un fenómeno a evitar porque inevitablemente produce daños irreparables en las plantas motrices que dejarían al avión en tierra hasta reemplazar los motores para volver a operar. En estos días tuve dos desvíos en ruta al aeropuerto de Córdoba por la presencia de cenizas que trajo innumerables inconvenientes a los pasajeros (y a los tripulantes) pero hemos preservado la salud mecánica de la aeronave para realizar otros vuelos que llevaron y trajeron más pasajeros en forma segura a sus destinos.
Las autoridades no andan con medias tintas, ante la sospecha de la presencia de cenizas inmediatamente suspenden las operaciones en pos de la seguridad. Un avión que haya pasado por una nube volcánica y haya aterrizado sin inconvenientes puede manifestar problemas en su próxima operación al quedar “herido” por la acción de estos agentes abrasivos. Por esta razón se los revisa con un método tipo “cateterismo” (analogía médica) llamado boroscopia en donde se revisa el interior de los motores con unas micro cámaras especiales donde se detectan daños o se confirma la salud del mecanismo. Estos chequeos adicionales también producen demoras en la disponibilidad de las aeronaves que se suman a las de carácter meteorológico.
De lo que no hay duda es que todo lo que se dispone es en pos de la seguridad del medio de transporte, que puede por estas cosas no ser puntual, pero sigue siendo el más seguro.