Podemos descomponer esta pregunta en varios pasos:
a) Tomar conciencia de que el temor a volar es un problema.
b) Tomar conciencia de que el resolver este problema depende de uno.
c) Poder conseguirlo no demanda mucho tiempo, por más que el miedo a que lleve muchos años superarlo
d) Pedir ayuda es el primer paso (como en muchas cosas de la vida)
e) Aprender que el avión es sólo el medio de transporte que nos lleva de un lugar a otro y que involucra, por ejemplo en un viaje a Europa por 15 días, un porcentaje mínimo del total del viaje.
Vamos por partes.
Tomar conciencia de que evitar los aviones nos pone en la situación de darnos cuenta de cuán alejados estamos del mundo. En otros artículos hemos hecho hincapié en todas las razones que la globalización nos lleva a abordar un avión. El nacimiento de un nieto, un hijo que se va a radicar o a estudiar al exterior, un compromiso laboral, o no tan simplemente la presión que ejerce un familiar o un jefe para que uno realice un viaje. Pensar en estar 8 o 10 horas en las rutas argentinas debería ser más aterrador que un viaje en avión y sin embargo algo nos hace tomar ese riesgo y no elegir el medio de transporte que todos sabemos menos muertes ocasiona en un año y en los últimos 50 años.
Tomar conciencia de que la resolución del problema depende de uno mismo nos lleva a ser proactivos en la búsqueda de información acerca de cómo enfrentar la situación. Luego hay que elegir cómo encarar la ayuda necesaria. En muchas ocasiones se recurre a libros de autoayuda que si bien son de utilidad les falta el contacto personal y sobre todo la contención y empatía que genera el vínculo personal. Por más que se realice el curso con un amigo u otras personas uno tiene su propia historia y es con ella con quien acude a la consulta. Saber que depende de uno significa que hay que asumir que hay ponerle garra otras cosas. Conocimiento (cerca del avión) + estrategias (cómo usar esa información) + VOLUNTAD (de utilizar todo lo adquirido). Así como nadie puede ir al baño por nosotros, nadie puede enfrentar este temor u otros por nosotros.
Poder lograrlo no lleva demasiado tiempo. Nuestro curso nos ha demostrado a lo largo de los 13 años de trabajo con esta problemática que aun personas que no han viajado por más de 20 años consiguen volver a hacerlo y los que no han volado nunca despegan con gran facilidad. Lo más importante es ajustar las expectativas al respecto. Es imposible pretender que a uno le fascine el avión de un día para el otro. Pero iniciar el curso permite primero subirse al mismo y luego con un adecuado plan de afrontamiento gradual poder acercarse al objetivo que muchos se fijan: Poder volar sin tanto sufrimiento antes y durante el vuelo y previo al regreso.
Pedir ayuda es la consecuencia de darse cuenta que uno tiene un problema y no por eso es menos que nadie. Cada uno tiene lo propio y a veces vemos a otros creyendo que tienen todo resuelto, los idealizamos y no tomamos en cuenta que tienen otras limitaciones.
El viaje en avión es una mínima parte del VIAJE. Si uno hace un viaje largo y permanece más de 10 o 15 días afuera. Sería ideal poder tomar el avión como una metáfora “Es un Gran PUENTE” que me lleva al destino elegido. Me fabrican un clima ideal, me atienden y con expertos me llevan a la meta. Generalmente cuando nos vienen a ver por primera vez la queja es “Tengo Fobia o Miedo de volar en avión”. Lo cierto es que el volar implica los días previos, el llegar al aeropuerto, el despegue, el crucero (la mayor parte del viaje) y el aterrizaje. Al finalizar el curso por o general podemos ir acotando ese miedo a algunos de esos tramos indicaos, lo cual convierte a la queja en un problema a resolver pero sin duda en forma más acotada.