Sí, claro, los miedos se pueden “contagiar”. No en nuestro curso.
Con mayor exactitud, podríamos decir que no nacemos con miedos, sino que lentamente los vamos aprendiendo, en parte por las enseñanzas que nos permiten aprender a cuidarnos y a protegernos de los peligros, y en parte por las experiencias que cada uno va cosechando a lo largo de la vida.
Frecuentemente nos preguntan si el hecho de tratar la aerofobia en forma grupal no puede llevar a acrecentar los miedos o a “contagiarse” de los miedos de otros.
Hace ya muchos años que trabajamos en forma individual y grupal tanto las fobias como otros trastornos de ansiedad, y la experiencia nos indica que lejos de acrecentarse los miedos, en la actividad grupal se logra, a través de un clima distendido y de mutua comprensión, hablar de los miedos sin sentirse ridículo o desajustado. Todos están en el mismo lugar con las particularidades de la individualidad del ser humano. Los miedos, las dudas, las fantasías y los cuestionamientos que cada uno acerca permiten abrirse al problema y a la inhibición de una manera más rápida y efectiva que en el tratamiento individual.
Nuestro abordaje es desde la honestidad y la realidad, atendiendo a la necesidad de quienes nos consultan por encontrar respuestas claras. Cuando algo se desconoce, se inventan justificaciones y razones que hay que aclarar. Tratamos temas como incidentes, accidentes, turbulencia, entre otros, para aclarar las fantasías y los comentarios a veces poco claros o bien parcialmente ciertos, tanto de los seres queridos como de los medios. Hacemos hincapié en la necesidad de controlar lo que no se puede como un obstáculo para dejarse llevar, actitud necesaria para abordar un avión.
Para quienes ya han hecho el curso, va también esta nota recordándoles la importancia de tener un juicio crítico al momento de escuchar comentarios de terceros. Para ello ya se han llevado suficiente información acerca de los aviones, sus tripulaciones, la meteorología y la señora mente que interpreta, saca conclusiones, se anticipa, recuerda (siempre lo negativo) y a la que siempre hay que cuidar y observar atentamente cómo funciona. Este aprendizaje ayuda a estar atentos y no caer en las redes de la evitación.
La peor solución frente a lo que se teme, es La Evitación. NO ES UNA SOLUCIÓN, agranda el problema.
“Lo que evitas, invitas“
– Sam Kem