Las tres “P”

Una experiencia propia de viaje: “Y el taxista que me dejó en el aeropuerto de Valencia se fue con mi mochila!”

¿Se imaginan la situación? Terminando mi viaje, 04.15 de una madrugada muy calurosa en Valencia y con la ansiedad natural por el regreso, el taxista que me llevó hasta el Aeropuerto sacó mi valija del auto y la dejó en la mitad de la calle. Muchos autos dejando pasajeros, confusión, bocinazos y yo, desabrochando el cinturón de seguridad, bajé del auto. De golpe se cerró la puerta y vi cómo rápidamente se alejaba el auto con mi mochila y muchas de mis cosas más queridas. Le grité pero no me escuchó y se alejó más y más.

Temblando de pies a cabeza, me dije: “Pensá, pensá”.

Hace muchos años aprendí algunos trucos de reaseguro frente a ocasiones como estas, imprevistas, confusas, que por ser así, desorganizan. ¿Qué aprendí? A tomar precauciones.

Siempre viajo con una pequeña carterita que llevo en bandolera o que cuelgo de mi cuello. La que uso ahora es una funda de una cámara de fotos vieja. Tiene el tamaño justo para llevar:

  • Pasaporte
  • Plata
  • Pasaje y 2 tarjetas de crédito.

Eso es lo básico , pero también me acostumbré a llevar allí una tarjeta del hotel donde me alojo. En este caso tenía también la tarjeta de la agencia de Radio Taxi que la gente del Hostel había solicitado, por si no llegaban a buscarme a tiempo.

Esas precauciones me salvaron. Tenía monedas para hablar por teléfono, tenía el teléfono de la agencia de Radio taxi y sabía perfectamente la dirección de dónde lo había tomado.

Entonces, tratando de tener “Calma en la Tormenta”, eso tenía que funcionar. Busqué un teléfono en el aeropuerto. Estaba muy obnubilada, tuve que preguntar porque no lo veía. Las monedas funcionaron y después de minutos que me resultaron eternos, y de 4,25 euros (que por suerte tenía), una señorita me atendió, ubicó el móvil y después de 25m de espera que fueron eternos, me encontré con mi querida mochila azul con la Tablet, otros documentos y material de trabajo que había comprado.

No sabía si llegaría a hacer el check in. Aunque previsora, estaba con más de 2 hs de anticipación para un vuelo doméstico, temía no llegar a tiempo. El vuelo se atrasó y en ese tiempo logré autorregularme respirando y agradeciendo a Dios, a mi madre a quien invoco cuando algo así me sucede, al señor que decentemente me devolvió la mochila y a un amigo que hace muchos años me enseñó estos trucos para viajar seguros.

¿Y si no hubiera recuperado mi mochila? Tenía pasaporte para viajar, el pasaje para poder embarcar, plata para poder moverme por los aeropuertos y las tarjetas de back up. Eso sí, hubiera perdido muchas cosas valiosas para mí. Lo bueno es que eso no sucedió.

Consejo sano: No olvidar las 3 P. Pasaporte, Pasaje, y Plata (y alguna tarjeta de crédito).

Las tres “P”
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